Nochebuena de 1938. El cielo estaba hermoso. Las estrellas brillaban en todo su esplendor. De rodillas pedí al Recién Nacido que en aquel instante sagrado velase el sueño de los soldados de España y poblase su imaginación con todos los recuerdos venturosos de su infancia, cuando la Nochebuena transcurría para ellos en el calor del hogar paterno y en la atmósfera cordial de la familia.
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Muchos y famosos fueron los visitantes extranjeros que acudieron a la España republicana en guerra, bien para combatir, bien para narrarla. Menos conocidos pero acaso igual de numerosos fueron los personajes que eligieron venir al bando nacional guiados por los mismos móviles que aquellos. Los franceses Albert-Louis Deschamps, Brasillach y Bardeche o el decepcionado George Bernanos; el soberbio poeta sudafricano Roy Campbell; los militares ingleses Peter Kemp y John F.C. Fuller; el ilustrador boliviano Arturo Reque Meruvia, Kemer, o el cineasta norteamericano Russell Palmer son prueba de ello.
Héctor Colmegna, médico argentino, se enroló muy pronto como voluntario a las Brigadas Navarras, con las que hizo toda la guerra desde el frente del Norte hasta la caída de Barcelona. Unidades formadas en su origen por milicianos del Requeté o la Falange, las Brigadas Navarras formaron parte muy principal en la masa de maniobra del Ejército de Franco, lugar natural elegido por un católico convencido como era Colmegna para prestar sus servicios asistenciales.
Este libro es su diario de combate, relato vívido de la Guerra Civil a ras de trinchera, plagado de jugosas anécdotas, interesantes reflexiones sobre la sanidad militar y juicios de valor sobre una contienda luchada por ambos bandos con un extraordinario fervor ideológico y espiritual.