Para sumar a una carrera legendaria que incluye un premio Pulitzer, un Óscar de la Academia, dos premios Obie y galardones por la obra de una vida de la National Cartoonist Society y la Writers Guild of America, Jules Feiffer nos presenta aquí su primera novela gráfica negra. Matar a mi madre es un sentido homenaje a las películas y los tebeos inspirados por los pulps de su infancia. Reviviendo al The Spirit de Eisner, con ecos de Hammett, Chandler, Cain, John Huston o Billy Wilder, especiados con el humor fino por el que es conocido Feiffer, la trama de Matar a mi madre se centra en cinco mujeres formidables de dos familias no emparentadas, pero ligadas por el destino y la fatalidad a través de un detective privado de capa caída y borrachera diaria. Al inicio de la historia, conocemos a Annie Hannigan, una adolescente descontrolada que vive la década de 1930 a ritmo de swing. Annie sueña con liquidar a su madre, Elsie, a quien culpa de abandonarla por un trabajo poco después del asesinato a sangre fría de su padre policía. Empleada por el mejor amigo de su marido —un decrépito sabueso perennemente ebrio—, Elsie se ve encubriendo los deslices de este jefe y arrastrada por el caso de una cliente misteriosa que la conduce a un drama de una década de engaños e identidades dobles, desde la época de la Depresión hasta el Hollywood de la Segunda Guerra Mundial y las selvas del Pacífico Sur. Además de tres femmes fatales, una hija obcecada y una heroína solitaria, en el reparto de Matar a mi madre aparecen también un púgil reconvertido en bailarín de claqué, un matón de tres al cuarto que sueña con ser asesino a sueldo, un taxista que ve actrices por doquier, un comunista que regenta una licorería y una atractiva estrella de cine con un secreto inconcebible. Esta dispar banda de viejos enemigos se dará por fin cita en una gira de las USO por una isla del Pacífico asolada por la guerra, donde saldarán sus cuentas pendientes. Con un estilo de trazo que recuerda a Steve Canyon y The Spirit, Feiffer conjuga sus depuradas destrezas como dibujante, dramaturgo y guionista para arrastrarnos a este mundo que nos intimida a la par que nos seduce, donde el hollín y la lluvia ennegrecen las calles y los móviles y la traición se sirven on the rocks en bares poco recomendables. En clave de blues, trepidante y divertida, Matar a mi madre es un viaje a la tierra de Hammett, Chandler y Cain: una novela gráfica negra, como el cine que ya no se hace.