Marrakech es uno de esos lugares legendarios que hacen soñar a los viajeros. Destino de escritores y artistas, quienes la admiraron por su exotismo quizá no reconozcan hoy a su «Perla del Sur»: una ciudad en plena transformación que no deja a nadie indiferente.
Meteos en el bolsillo la Trotamundos Experience y dejaos llevar por la vida, el humor, los colores, los aromas y el encanto indiscutible de esta ciudad: la inmensa plaza Jemaa-el-Fna y su ajetreo bien valen por sí solos el viaje. El turismo ha contribuido en gran medida al redescubrimiento de una artesanía hoy en día floreciente, y a la rehabilitación de la arquitectura marrakechí de las mezquitas y de los palacios, pero también de los riads, convertidos en alojamientos con encanto. Los hamanes agregan aún más atractivo a una medina que es Patrimonio de la Humanidad desde 1985; un laberinto donde late el verdadero corazón de Marrakech: en sus callejas sinuosas, alrededor de sus patios, de sus fuentes y de sus jardines de naranjos, o en el centro de sus casas, cuya tranquilidad contrasta con el bullicio de los zocos, así como en los antiguos fonduc (caravasares).
Cuando el calor aprieta, disfrutad de las delicias de la montaña en las laderas del Ukaimedén y en los valles del Alto Atlas, a menos de una hora de distancia de la capital de los almorávides.
Esauira es otra alternativa, igual de seductora y refrescante: con su cinturón amurallado, su puerto de pescadores y sus playas, es una ciudad fuera del tiempo. Las casas blancas, los marcos azules de las puertas y ventanas, los minaretes y una temperatura que siempre ronda los 25 ºC hacen de ella el lugar soñado para relajarse, estrechar lazos con la población local y pasear por una medina auténtica.
Sentaos en una terraza de la plaza Moulay-el-Hassan de Esauira o de la plaza Jemaa-el-Fna de Marrakech, saboread un té y contemplad el ritmo de estas ciudades cautivadoras. ¿Estáis listos para la aventura?