El escenario es las Tullerías; la época, el invierno de 1803-1804. Jean d´Ormesson imagina una conversación entre Napoleón y su segundo cónsul y hombre de plena confianza, Jean-Jacques Régis de Cambacérès, durante la cual el Corso pone en marcha una alambicada argumentación para convencer a su interlocutor de las bondades de coronarse como emperador: El imperio no es otra cosa que la entronización de la república.
Una obra literaria difícil de clasificar en un género determinado, escrita con precisión y sin ningún tipo de alharacas que nos sitúa en un momento en que la historia francesa discurría por el filo de la navaja, y que al mismo tiempo arroja luz sobre la condición humana y sobre los procesos hitóricos en todas las épocas.
Sobre todo en los últimos años, Jean d´Ormeson (figura pública de primera magnitud en las letras francesas), ha ido ganándose la firme fidelidad de un sector de lectores exigentes que aprecian la conjunción de estilo depurado y subversión de los géneros narrativos que lleva a cabo el autor en el grueso de su obra, en el que se mezclan la reflexión ética o sociopolítica, la confesión autobiográfica, la anécdota memorialística, la ficción…
Un poco a la manera de un Patrick Modiano, poco a poco Jean d´Ormesson se ha ido creando un grupo de lectores muy fieles que ha ido creciendo como una mancha de aceite.