Una novela profunda, divertida, sutil y conmovedora sobre lo que significa perderse de vista a una misma en medio de las prisas del día a día y las exigencias de la maternidad.
Kat es madre de dos hijos: Alex, que cada vez parece necesitarla menos, y Helli, una niña imprevisible que siempre la requiere en el momento menos oportuno. Su marido, Costas, hace meses que trabaja en Berlín y solo vuelve a casa los fines de semana, aunque precisamente este viernes debe asistir a una fiesta que celebra su empresa y no volverá.
Kat elabora listas y listas de todas las cosas que tiene que hacer y así, además, se recuerda a sí misma que no es solo la chófer de sus hijos y la gestora de las crisis familiares. Pero hace dos semanas se detectó un bultito en el pecho y de pronto, no deja de preguntarse cuál será su legado si finalmente éste resulta ser fatal.
En medio del caos absoluto de un día casi normal, casi perfecto, reiremos y lloraremos de la mano de esta mujer que se pregunta en qué momento de su vida dejó de mirarse, de ser vista y se volvió invisible.