Los padres de Godofredo, Justi y Dori, vivían obsesionados por los artilugios electrónicos. Por ello, desde que Godofredo nació, aprendió a usarlos con rapidez. Sus padres nunca se enfadaban por ese motivo; al contrario, pensaban que su hijo tenía una habilidad innata para manejarlos. Pero sí se enfadaron, y mucho, cuando a una profesora se le ocurrió que toda la clase leyera un libro.