Manfred Gnädinger llegó a Camelle en 1961; tenía 25 años.
Junto al mar y a lo largo de cuatro décadas, construyó
su jardín-museo ensamblando piedras y huesos, reutilizando
los restos que depositaba la marea, moldeando la naturaleza
e incluso experimentando una transformación personal que forjó
su icónica figura de solitario anacoreta. Este libro de Carmen Hermo
-artífice del proyecto MAN (Mar, Arte y Naturaleza) y comisaria
de la exposición permanente en la Casa del Alemán-
es un homenaje a ese hombre culto, auténtico y vital,
a su singular legado artístico.