Esta esperada Carta Encíclica responde a una llamada particular del Papa Francisco ante el desafío urgente de proteger «la casa común» como muestra de gratitud al Creador. Está enraizada en el Magisterio social de la Iglesia y dirigida a cada «persona que habita en este planeta» para animarnos a «tomar dolorosa conciencia, atrevernos a convertir en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar».
El Cántico de las criaturas de san Francisco de Asís da título al documento porque este santo, amado también por muchos que no son cristianos, es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad.