«La humanidad se encuentra –y sobre esto el acuerdo es unánime- en un estado deplorable», nos dice Carlo M. Cipolla, uno de los mayores historiadores del siglo XX. Lo cual se debe en buena medida a la abundancia de los estúpidos, la más peligrosa categoría de seres humanos, que nos rodean por todas partes, dispuestos a hacernos daño (y hacérselo a sí mismos).
Todo comenzó como un rasgo de humor, asociado a la crítica del fraude científico en Allegro ma non troppo, hasta que sus lectores descubrieron que estas Leyes fundamentales de la estupidez humana no sólo eran una parodia de ciertas formas de análisis sociológico, sino una reflexión llena de lucidez sobre la realidad de los daños que causa “el poder político, económico o burocrático” puesto en manos de los estúpidos. Leído hoy, cuando somos víctimas de la estupidez, repetidamente denunciada, de las políticas de austeridad, el texto de Cipolla cobra una inquietante actualidad.