La captura de Pablo Escobar.
Soborna o mata policías, soldados y a aquellos que lo traicionan. Sus coterráneos lo consideran un héroe del pueblo. Pero la red se está cerrando. ¿Quién hará la última jugada?
México, febrero de 2014. Los titulares de prensa informan sobre la captura del Chapo, el fugitivo más buscado en el mundo, después de Osama Bin Laden, desde que escapó de prisión en 2001.
México, abril de 2009. Los cuerpos sin vida de un par de agentes de inteligencia militar, encubiertos, disfrazados de campesinos, yacen a un lado del camino. Cerca de los cadáveres se encuentra un mensaje en un trozo de papel: «Nunca atraparán al Chapo.» Tal fue la suerte de los muchos que trataron de capturarlo.
El cártel del Chapo movía cada año miles de toneladas de cocaína, marihuana y heroína hacia Estados Unidos por medio de túneles, aviones y submarinos. Su jefe ganó miles de millones de dólares, figuró en 2009 en la Lista de Poder Global de la revista Forbes.
La crítica ha dicho...
«Una fascinante historia de corrupción, feudos sangrientos y negociaciones a vida o muerte. Magnífica.»
George W. Grayson
«Es Pablo Escobar, de nuevo.»
Ralp Reyes, jefe de operaciones de la DEA
«Un valiente y rápido recorrido por el peligroso mundo del tráfico de drogas.»
Sam Quinones, Los Angeles Times