Una mañana, el sapo Alexander von Biscuit se despertó y se dijo: «¡He soñado con el abrazo perfecto!». Y pensó que si encontrara a la pareja ideal para ese abrazo, sería el sapo más feliz del mundo. Así que, sin dilación, von Biscuit empezó la famosa búsqueda del abrazo perfecto. Comenzó por sus amigos, pero la jirafa Georgette tenía el cuello demasiado largo y se resbaló al abrazarla; y el pez dorado Jerry le resultó demasiado húmedo. Lo probó con otros animales, pero ninguno parecía la pareja ideal: sus abrazos eran demasiado blandos, demasiado salvajes o demasiado estrechos. Desesperado, decidió poner un anuncio en el diario para convocar un día de abrazos en el parque. El sábado siguiente todos los animales se reúnen en el parque decididos a dar el abrazo perfecto.